Mandrake: comencé a ser taxista a los 16 años 

Mandrake, nativo de la Colonia Doctores, desde su infancia ha superado muchas adversidades que pudieron llenarlo de rencor, pero que por el contrario, le dieron un corazón que le ha permitido ser reconocido y valorado aun traspasando nuestras fronteras.

José Luis Ramírez, con escasos seis años y con la esperanza de ayudar a su madre, pudo conseguir su primer trabajo en el Mercado Hidalgo recogiendo la basura de los puestos. Es ahí cuando “aparece la magia” y le comienzan a decir “Mandrake”. 

Con ese “poquito” que podía juntar iba con su madre a vender tortas al Parque Estadio, ahora Teatro Silvia Pinal, ahí estaba una base de camiones “delfines”. Es donde su madre conoce al que sería su padre, la persona que lo forjó. Él los llevó a la Colonia Casas Alemán, donde comenzó a vender paletas, pero también fue herrero, plomero, albañil, hasta que entró a la secundaria 138, que es la que recuerda como la etapa más dura de su vida, y lo confirman unas lágrimas y su voz entrecortada.

Conoce el amor, aunque su historia dista mucho del “fueron felices para siempre”, ya que su novia sale embarazada de su primera hija. Él, con 14 años, aún en tercero de secundaria lo corren de su casa y se va a vivir a un terreno en Ciudad Azteca. Entonces, “allá no había nada”, y el Sr. Carlos le ayuda a construir un cuarto de tabiques con láminas de chapopote, su piso eran unas tarimas y unos guacales para sentarse, con eso comenzó a formar su hogar. “Mi esposa tenía que caminar kilómetros para conseguir agua y tampoco había drenaje ni luz”. Un día ya no soporté ver ese cuarto con tantas goteras, a mi hija chiquita y mi esposa embarazada de mi segunda hija, y me lanzó a buscar a un amigo. 

Yo tenía 16 años cuando comencé como taxista, convencí al Sr. Felipe, y aunque no confiaba en mí, aun así me dio las llaves. Yo muy entusiasmado agarro hacia el Zoológico San Juan de Aragón donde sabía que había gente y me hace la parada una familia, que fue mi primer servicio. Su hija vomitó sobre los tapetes del taxi, que eran de piolín. Ese día, también fue mi primer choque, cuando se lo comenté a mi patrón pateó la salpicadera completa, lo que me dio mucho coraje”. Ese primer año choqué como 16 veces .

Conocí a un amigo, Bernardo, el “oso cansado”. Él era más grande que yo, ya tenía como 20 años, y me dice que hay que ponerle Banda Civil a los carros, y que nos lanzamos a comprarlos al tianguis de San Felipe de Jesús, y andábamos transmitiendo él y yo solitos, es donde hacemos nuestra primera base. “Diario recorría del centro hasta Ciudad Azteca, ahí es donde me hago el hábito de tener mi carro limpio” 

En ese tiempo la R1 era pura tierra, por lo que yo tenía que levantarme bien temprano. La necesidad era mucha, ya no aguanté la presión, ya había nacido mi segunda hija y le digo a mi esposa que ya no voy a poder verla diario, y es cuando me empiezo a quedar en la calle, me pongo de acuerdo con varios, entre ellos el Pinocho y nos quedamos a dormir en la Glorieta del Ángel de la Independencia.

Me cambiaba dentro de mi auto, en esa época comencé a ahorrar para hacer mi casa, y lo guardaba debajo de mi llanta de refacción en botes de leche nido. Logré hacer mi clienta a Margarita, la Gerente General del María Isabel Sheraton. Ella vivía en Churubusco, y un día me dice, Mandrake, tú estás muy chavo para andar siempre aquí, ¿no tienes familia? -en esa época yo tenía ya como 18-, y le contesto que sí, que tengo esposa y dos hijas, y me pide conocerlas. 

Yo le dije, le voy a ser honesto, pero no se vaya a sentir, porque no tengo que ofrecerle nada. Quedamos un día, y nos fuimos un día terminado su turno, como a las 4 de las mañana. 

Se sorprendió mucho, mi casa era sobrepuesta, con puerta de madera. Le presenté a mi esposa, y ella se sentó en un guacal, mi esposa solo pudo darle una taza de té de canela que olía y sabía mucho a petróleo, por la estufa, entonces ellas tuvieron una plática y quedó en apoyarla, le pidió que terminara su secundaria. De regreso me regaló 5 mil pesos de aquel tiempo, que para mí, representaba como 5 semanas de trabajo. 

Y me dijo que me quitara mi orgullo, y que buscara a mi familia para que me apoyaran a cuidar a mis hijas, entonces con lágrimas le dije a mi cuñada “ayúdenme, ya no puedo”, con lo que empezaron a cuidar a mi hija y mi esposa pudo terminar la secundaria. En ese diciembre, yo saco todos mis botes de leche nido, lo suficiente para poner los cimientos, eran como 30 botes que representaban dos años de trabajo, y le llamé otra vez al Sr. Carlos, lo primero que le pedí fue una cisterna grande para que no tuviera que cargar ya agua mi esposa, y ahí comencé a hacer mi casa.

“Fueron 10 años que viví en la calle, solo regresaba los domingos a las 6 de la tarde, y salía el lunes a las 4 o 5 de la mañana”. 

“Mi patrón me enseñó a ahorrar, un 3 de febrero me dijo, te voy a enseñar a que te hagas de algo, a partir de ahora me vas a dar 50 pesos más de cuenta, y así estuvimos” 

Yo detesto la navidad, porque jugando tiré a una prima y se descalabró, y por eso nos corrieron a mi mamá y a mis hermanos, desde ahí no veo a mis tíos. Entonces esa navidad me manda llamar mi patrón con un mensaje a mi viper -solo recibía mensajes- “dice mi papá que vengas”, y yo digo, “pinche viejo”, pues era la buena hora del trabajo, eran las 9 de la noche del día 24. 

Llego con ´papá iguana´-así le decía yo-, ¿por qué me llamas?, no te debo cuentas. Él le pide a su hija Lupe que le traiga el folder que esta arriba de su cama, y cuando regresa ella me aplaude a espaldas de su padre, y me dije, “esta cabrona está loca”. 

Papá Iguana me pide que me siente en el sillón, y me pregunta cómo me ha ido, que me va a dar una sorpresa. “De aquí al día 31 no me vas a dar cuenta, ¿qué vas a hacer hoy?”, me preguntó, y yo le contesté que trabajar, le dije que él sabía que no me gustaba eso, pero él me pidió convivir esa noche con él y su familia, “porque tú eres parte de ella” 

“A partir de hoy, ya no me vas a dar cuenta, porque el carro y la concesión es tuya. Te acuerdas cómo le pegaba a las salpicaderas, era para que las compraras nuevas, porque yo sabía que ese carro iba a ser tuyo, y era para que no te llevaras una pinche carcacha”. Él me hace el hábito de dar un servicio de calidad .

Mi esposa comenzó a trabajar con Margarita en el Sheraton, y le comenzó a ir muy bien, y la invitaron a trabajar en Estados Unidos, nos sacan la visa a todos, y nos vamos a Acapulco en el vochito amarillo, y mi esposa me pide que me vaya con ellos, y yo no quise dejar todo lo que había construido. Me fui como siempre toda la semana, y cuando regreso solo encuentro una carta, ya no estaban, eso me pegó mucho, caí en una depresión total, mi amigo el Gato, me ayudó a superarlo. 

Le hablé a mi esposa a Estados Unidos, y le pedí perdón, ella aún estando allá me dio una última oportunidad, y me volví a rehusar 

Ella rehízo su vida con su actual pareja, que al principio rechacé a conocer y con el tiempo se volvió un gran amigo, y le agradezco haya criado a mis hijas. 

Referente al taxismo, comenta: “Reconozco que no nos hemos modernizado, pero si seguimos con la misma actitud y con el mismo trato al usuario, perderemos todavía un 70% más. Yo le diría a los taxistas que se reivindiquen, que hagamos el cambio, que seamos mejores taxistas, que reivindiquemos al gremio, que valoremos nuestra profesión. Mi adolescencia, mi juventud, las viví en mi taxi. Estoy muy orgulloso de formar parte del Movimiento Nacional Taxista, y espero que Bruselas nos permita inyectar y retomar la fuerza del taxismo en México”.