¿Cómo ha pagado la tarifa el usuario?

Este 13 de abril, la tarifa del taxi llega a 10 años sin ser “actualizada”, ya que siempre existen nuevos argumentos y/o motivos políticos que justifican posponerla y darle un sentido social, ocasionando que el transportista absorba la inflación de estos años, que también los usuarios han pagado de manera indirecta.

El tema es mucho más complejo, si bien, la tarifa ante la opinión pública se percibe como la falta de recursos para su modernización operativa y de financiamiento para sustitución de unidades, el usuario la ha pagado de otras maneras:


1. Falta de unidades. Cuando llueve o son viernes de quincena pueden pasar dos horas sin poder tomar un taxi, ya que de las 140,000 unidades que existían, hoy solamente subsisten de manera regular máximo 60,000, y algunos de ellos son Didi de clóset, por lo cual mantienen a propósito su cromática incompleta.

En el caso de colectivos, el esquema “hombre-camión”, donde la relación operador-concesionario ya venía con una crisis, que en 2020 se acrecentó, fue principalmente  sostenida por microbuses ahora tan satanizados.

Las políticas de introducción de unidades de mayor capacidad plantearon en 1995, lo que implicaba el cambio de microbús por autobús -al dos por uno-, se vieron pospuestas, y en su lugar aparecieron nuevamente las vagonetas para 19 pasajeros, reduciendo la oferta de asientos en la movilidad de la CDMX. El usuario ha pagado esperando más tiempo para trasladarse.


2. Operadores agotados. Tanto en colectivos como en servicio individual, las tarifas ocasionaron que los operadores deban dedicar 14 horas o más para sacar gastos. Es importante señalar que por la pandemia del COVID 19 la demanda cayó hasta un 80% -los usuarios prefirieron utilizar unidades de aplicación o comprar motos para hacer sus traslados individuales-, al home office y cierre de locales, se le sumó una campaña mediática que señalaba al transporte público como punto de contagio.

Lo que propició que en lugar de circular de 8 a 10 horas, se vieron obligados a manejar hasta 14 horas, lo que ha se ha reflejado en cansancio crónico, jornadas extenuantes y agotamiento físico, que repercute en sus reflejos y estado de ánimo.

En colectivos, se hicieron roles al 50% o hasta el 30%, para evitar que la operación fuera mayor que los ingresos.

El usuario ha pagado al utilizar unidades menos seguras operativamente.


3. Falta de mantenimiento. Programado, preventivo y correctivo. Unidades “mueganito” -expresión para unidades con golpes lamineros, que si bien no afectan su funcionamiento, sí demeritan su estética-.

Los mantenimientos “programados” no pudieron darse en fecha, afectando la rentabilidad, y los mantenimientos se hicieron preventivos-correctivos o arreglos temporales.

Que quede claro, ningún operador enciende su unidad en la mañana con el pensamiento “hoy voy a salir a chocar” y el poco pasaje debía de ser luchado, pero el binomio operadores-cansados/unidades-falta-mantenimiento, incrementó el número de incidentes viales, si bien no llegó a cifras alarmantes, no se puede ni se debe de minimizar, ni justificar una pérdida humana.

El usuario ha pagado al utilizar unidades más susceptibles a tener un accidente.


4. Unidades en mal estado.  La crisis no ha sido superada, pero los cambios ya se están gestando en muchos frentes -el más visible, la electromovilidad- ante los concesionarios descapitalizados para poner en forma sus unidades o hasta cambiarlas, hay aquellos que levantan su voz y señalan que la autoridad debe ampliar el plazo de vida útil como taxi, sin darse cuenta que además de una mayor aportación a la huella de carbono, no dimensionan el mantenimiento que requiere: los días que pasa en taller, su rendimiento operacional, situación normal por su kilometraje después de 7 u 8 años en operación.

Cuando pasa de ser una herramienta de trabajo a un socio que ya no ofrece rentabilidad ni viabilidad financiera.

El usuario ha pagado al utilizar unidades más antiguas, incómodas y en mal estado.


5. No voy para allá. Los taxis del aeropuerto te cobran ida y regreso al no poder cargar, y el taxista piensa igual, a ciertas horas, una dejada por ciertas zonas implica el regresar muy probablemente vacío, y lo “ganado” se consumiría en el regreso, lo que implicaría sólo un gasto de tiempo y de combustible.

El usuario ha pagado al no contar con servicios al destino que necesita.


6 Sobre precio. Es lamentable reconocer, que muchos taxistas utilizan diablitos –alteran los taxímetros- en sus unidades, con lo cual incrementan los montos que registra el Taxímetro, en porcentajes hasta del 50%, pagando igual o más que al utilizar una aplicación.

La respuesta de éstos taxistas es, si no me dan la tarifa, la tomo.


7. Inseguridad. Cada día las aplicaciones establecen tarifas, que dejan de ser atractivas aun para sus usuarios, y cuando recurren al transporte público concesionado, es complicado conseguir uno, siendo que por las prisas o descuido, se suben a unidades sin cromática o con operadores sin documentación vigente, en mal estado, vidrios polarizados. Sitios mixtos e improvisados con unidades con placas del Estado de México o hasta sin placa, conviven con taxis concesionados.


¡Primero los piratas!

Es dentro de este contexto que se anuncian los programas de supervisión por parte de SEMOVI, situación que ha inquietado al avispero, sobre todo de dirigentes de taxis, quienes siempre sostienen que sus agremiados están en orden y sienten que la autoridad se está ensañando con el transportista concesionado al actuar de manera parcial, manifestando que la autoridad debe ir primero contra los piratas y operadores de aplicaciones.

En parte coincidimos, ya que pareciese que solo se está presionando al taxista concesionado, sin embargo, al hacer una reflexión tenemos que darle parte de la razón a SEMOVI.

Si la autoridad no crea un esquema en donde el usuario se sienta seguro, por más operativos que se realicen contra piratas, los usuarios no regresarán al taxi -estamos hablando del Pasajero 19, que utiliza principalmente servicios de aplicación-  y sólo propiciaría el surgimiento de nuevos esquemas, como lo son particulares que ofrecen servicio de taxi en los estacionamientos de los supermercados o como la aplicación Puma que desarrollaron los propios estudiantes de la universidad para trasladarse exclusivamente entre ellos.

Es justo reconocer que la aplicación MiTaxi representó una gran promesa al momento de su lanzamiento, pero hasta el momento sigue siendo solo eso, un app que al interior del taxismo se considera App de “tiempos libres”, que le queda a deber al taxista, que no da el salto para hacer competitivo al taxista, pero es una herramienta real, oficial, sin costo, que ya existe, y que sí puede utilizarse por los usuarias como un validador de información, de los datos del operador y la unidad, además de contar con un botón de emergencia que puede ser un elemento que represente la diferencia entre la vida y la muerte.

No cuesta nada promoverla, al contrario, los usuarios se sentirán con más confianza. Esperemos que los datos de los operadores de colectivos puedan también ser consultados y evaluados pronto en la App CDMX.

Los operadores de taxi al momento de actualizar su licencia tarjetón -de manera automática-, su información se vincula a la base de datos de MiTaxi, para aquellos que aun no lo están, PREVENTIVA los puede orientar si nos indican en qué parte tienen problema para darse de alta.

La exigencia de las láminas y de los números de la matrícula conforme a cromática, no son un capricho, en caso de un incidente son los elementos con los que pueden identificar la unidad las cámaras del C5 para darle seguimiento -pero solo aquellas que el número de placas es identificable-, por ello los números no deben estar cortados o en letras gariboleadas.


La rebanada de pastel Uber

Si el taxista no recupera la confianza del Pasajero 19 -estamos hablando aquellos usuarios que fueron captados por Uber y otras apps, que si bien no representan más de un 10% de los viajes que se realizan en transporte público individual en la ciudad, sí representan un aproximado del 80% de los viajes de más de $100, y que es lo que afectó la rentabilidad de todo el taxismo-, estará condenado a su paulatina desaparición.

La Revista Preventiva desde su origen siempre le ha apostado al transportista, y hoy- después de dos años de pandemia- percibe como a nivel internacional y local, poco a poco se recupera el transporte público, pero reconocemos que los tiempos del “hombre-camión” y “hombre-taxi” llegaron a su fin.

Para taxis, hemos insistido, solo puede ser en un esquema de sitios, ya sean físicos o virtuales, pero que brinden seguridad,

En colectivos, solo debe ser una transición de Asociación Civil a Sociedad Mercantil, no pueden sobrevivir unidades de manera individual o que sea más de una empresa, ya que además que la Ley no lo contempla, la operatividad ha demostrado que la competencia por el pasaje puede terminar afectando a ambas. El cobro debe ser centralizado y la operatividad solo coordinada por uno.

La tarifa baja, es una alternativa que posibilita atender crisis en el corto plazo, pero con el tiempo, solo crea problemas de movilidad, en el que termina pagando más es el usuario.

No. 87 Marzo 22, 2023 

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