A más de 12 años en que surgieron las famosas aplicaciones para dar servicio de transporte, ha generado una lucha por todo el mundo de los taxis contra las aplicaciones, la cual tristemente ha sido la única directriz del Taxismo para enfrentar estas competencias desleales, como se les conoce. 

Los taxistas han estado en una férrea postura de sólo “protesta”, “manifestación pública” (y en algunos países), “defensa jurídica”; acciones que hasta el momento, parecen ser infructuosas por muchos factores en los que no incursionaremos por ahora. 

El mundo es testigo de que estos nuevos modelos de negocio y de movilidad en las urbes, han hecho de todo para ganar en un demandante mercado; incurriendo en algunos casos hasta en las prácticas menos éticas y al lobby, y que continúan actualmente operando en el mercado y no hay nada que pueda indicarnos que éstas desaparecerán, a pesar de sus malas prácticas. 

Mientras que por otro lado, el taxi sigue denotando una falta de visión y de reestructuración en todos los sentidos para poder permanecer vigente en el mercado. No se percibe un esfuerzo coordinado y estratégico necesario para evolucionar, sino esfuerzos individuales, que se desvanecen ante los embates de las empresas, y que no son una real “competencia”. 

Mientras, las apps marcaron desde un inicio estas diferencias en su servicio, por ejemplo, Uber comenzó bajo la visión de detectar las necesidades de un mercado de servicios y cómo modernizarlo, dar seguridad y calidad a los millones de usuarios que constantemente se quejaban del único sistema de movilidad individual que tenían al garantizarle un monto desde el principio, dar la posibilidad de obtener una factura para comprobar y deducir sus gastos, y vender la idea de una mejor seguridad con botones de pánico y grabación de los servicios. 

Sin descuidar el ser empáticos con sus causas, como lo es el cuidado del medio ambiente entre otras cosas. Lo que ha propiciado la incorporación de autos eléctricos o autónomos, en algunos casos mediante alianzas como la que recientemente se difundió de Uber con Vemo. 

Pero las apps no solo captaron a usuarios, sino también a choferes que vieron en ellas la opción de mejorar sus ingresos, y reposicionarse en su imagen. El canto de las sirenas de una mejor remuneración ocasionó que profesionistas y empleados vieran en este esquema una solución económica. Pero con el cobro de impuestos y los altas comisiones por el uso de la plataforma, muchos de ellos, abandonaron este servicio, lo que ha propiciado que operadores que no tenían espacio en el taxismo, se hayan refugiado en este servicio. 

Mas siguen apareciendo nuevas propuestas que buscan expandir sus esquemas de operación, y no limitarse solo al transporte de pasajeros, como es el caso de InDriver que ofrece servicios interurbanos, de fletes, envíos. Además de darle la opción al usuario de ofrecer un monto por el trayecto, que puede o no aceptar el operador. Otro anzuelo que lanzaron pero para los operadores, fue que al inicio el aperturar la incorporación no se cobraba comisión. En este momento cobran un porcentaje del 10% por uso de la plataforma. 

Cabyfai, por su parte, trató de posicionarse como el servicio para transportar mascotas. Y así se podrán dar muchos ejemplos de cómo un aparato empresarial está constantemente implementando esquemas que buscan cautivar nuevos clientes y retener a los actuales, bajo la atención de sus necesidades. 

Desde luego, estos ejemplos puede que no sean vistos con buenos ojos por el Taxismo, pero hay la necesidad de que realmente lo puedan ver y entender, para que con base a ello, puedan tal vez forjar los cimientos sólidos de una verdadera fuerza competitiva del taxi. 

Lamentablemente hasta hoy, el taxi no ha tenido ese elemento, siempre se ha visto así mismo, como un simple servicio de ganar y generar ganancias sin hacer un esfuerzo de mejora, dejando a segundo termino las necesidades del cliente. Hay una especie de creencia, que el cliente siempre tratará de aprovecharse de él. Lo que parece ser, un factor de distanciamiento entre el taxista y los usuarios. 

Otra gran desventaja del taxismo, es que nunca ha tenido la capacidad de unificar sus recursos financieros y humanos, para generar una fuerza organizada, con capacidad de implementar proyectos y esquemas que lo posicionen dentro de un mercado competitivo de alto nivel. 

Los usuarios de estos tiempos deciden con base a que ofrecen los competidores, ya no hay clientes fieles y cautivos, ni en el transporte, ni en otros productos y servicios. Ahora es, “elijo al que me ofrezca más o con el que me sienta mejor”. Y esto ojalá pueda ser entendido por el taxismo mundial. 

La aplicación “MiTaxi” desarrollada por el gobierno de la CDMX, deberá ser totalmente arropada y proyectada por el Taxismo Local, para igualarse en el uso de tecnologías con sus competidores, así como todas las herramientas que le apoyen a ser más competitivo, pero esto es solo una parte. 

El mayor factor es el cambio de actitud: es tener una consciente necesidad de estar en todo momento y ante cualquier circunstancia con la disposición total y buena voluntad para reconocer los elementos o puntos débiles a corregir y mejorar para ofrecer un mejor servicio. 

Falta desentrañar bajo qué esquema podrá desarrollarse esta evolución. ¿Podría ser la formación de una empresa o de una cooperativa? Habrá que entrar en el análisis minucioso de cuál puede tener mayor viabilidad. 

Así es que bajo esta breve reflexión y análisis, podemos deducir que, las competencias del Taxismo, tienen como factor prioritario y fundamental la competitividad. 

Mientras que el taxismo tiene como único elemento no tener competencias, nuevas apps aparecen con propuestas innovadoras en el mercado, buscando conquistar nuevos usuarios. 

De verdad esperamos que los compañeros taxistas sean objetivos, y que sirva esto de elemento de reflexión, no de que se sientan agredidos, sino que propicie un inicio para hacer algo para que el taxismo se mantenga vigente por muchos años, para el bien de nosotros y de los usuarios.