Esta tarde, de regreso a casa, tomé una unidad de la Ruta 41, ¿qué tiene de especial?, hoy, a este conductor lo acompañaba su hijo y su esposa en uno de los asientos de pasajero. El adolescente por momentos podía verse aburrido o cansado por el calor, no, no traía un celular en la mano, sus ojos se concentraban en el chofer, en su papá, a quien veía con mucho orgullo y viendo cómo cambiaba las velocidades, recibía al pasaje, cobraba o esperaba que bajara; el conductor, de vez en cuando echaba un ojo al gato y otro al garabato, con una gran sonrisa en su rostro. Deduzco que no habían comido y por ello, estaban un poco desesperados para que apareciera el señor de los cacahuates para ‘dispararle’ una bolsita de los japoneses y otra de las Papatinas a su hijo. Cuántos de la actual generación de conductores no vivieron lo mismo, viendo a su padre en su día a día, en cómo eran tratados en realidad por la gente, porque no todo el pasaje dice buenos días, tardes o noches, como tampoco le dan un ‘gracias’ al bajar… Cuántos no lo acompañaron en sus seis, ocho o más vueltas para sacar lo del día, porque se debe decir, aquí no hay un descanso en el inter de vueltas, se siguen las 10 horas o más de corrido, que si no fuera por los vendedores ambulantes, muchas veces no comerían o no se podrían hidratar… Aquel chico que ve a su padre no está viendo las consecuencias que trae consigo estar tantas horas detrás del volante en la misma posición, unos riñones comprometidos, una mala alimentación, la contaminación ambiental y auditiva que absorbe el cuerpo de su padre, el estrés en su máxima expresión. No hay días para enfermarse, porque hay que cumplir con la cuenta, el combustible y lo demás, lo demás es para ellos. Valoremos, reconozcamos todos los días a todos estos padres que están en el transporte, porque sin ellos, muchos no podríamos llegar a nuestro destino y llevar -al igual que ellos-, el sustento a casa. ¡Feliz Día del Padre! Reciba cada uno, un abrazo fuerte de parte de todo el equipo de @Preventiva50.